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- Lucía y su casita de piedra
En unas altas cumbres, en una montaña, vivía Lucía, una bella jovencita.
Su casita era de piedra, el techo de tejas, y una pequeña chimenea.
En las ventanitas, unas pintorescas macetitas, con las flores de la primavera. Rodeada de animalitos, que siempre la visitaban.
Ella les invitaba, para cada uno su merienda.
A la tortuga, su lechuga y plátano. A la rana, pequeñas hortalizas. Al conejo, su zanahoria. Al gato un surtido. Al perro, que era su guardían, comía de todo. Era su consentido, ponía su dos patitas delanteras en su falda, y se quedaba dormido. Era blanco, con manchas de color café, quizá por eso, su nombre era en inglés : White.
Pero no todo, era alegría. Había un lobo que era peligroso, acechanza para todos. Cuando lo veían, todos corrían a sus casas.
Al mediodía nos juntábamos, con los animalitos del bosque, y nos íbamos a la vecina montaña, cubierta de nieve. Con nuestras tablas de madera, y nos deslizábamos, entre nubes de algodón, hasta llegar a lo lejos, de un lago hermoso, lleno de pececillos de colores, y piedras preciosas, tan blancas, y puras, como jamás, se igualó ninguna.
Esto nos alegraba tanto, una aventura, con el recorrido del viento, surcando a veces, tremendos pinos, o una pequeña traviesa roca.
Un día, cerca del lago, vi semiescondido, al lobo, que nos miraba.
Muy disimulada, me acerqué, despacito donde mis amiguitos, y les dije: Suban por esa colina, detrás del árbol, ahí no, los verá. Mientras yo, lo entretengo, y así lo hicieron.
Me acerqué a lobo…
¡ Hola señor lobo! ¿ Que haces aquí?
¿ Hasta cuándo nos vas a estar atacando?
¿ No ves que ellos, ningún daño te han hecho?
El lobo, sosteniendo su mirada impetuosa, contestó : No me importa. Soy temible, y quiero que me guarden respeto. O les voy a hacer la vida imposible.
Veo que nunca, vas a cambiar. Alguna vez, tu serás el que estarás en peligro, y nadie te podrá defender.
El lobo, soltó tremenda carcajada.
¡Eso a mi nunca me va suceder!
Ojalá, tus palabras te sean realidad.
¡Me voy!. ¡Pero te lo advertí!
La vida, está llena de sorpresas, tan inesperadas.
Ahora estamos aquí, mañana, no lo sabemos. Disfruta esas horas, esos minutos, te los han regalado. ¡Como no compartirlos con los demás! Los consejos, que te sirvan alguna vez, y los puedas aceptar, como realidad, porque a veces, no gana el más fuerte, sino el más sabio, o cauteloso. ¡
¡Piénsalo!
Deja a tu conciencia que te hable, ella sabrá como guiarte, por el buen camino, porque el que da amor, recibe mucho más.
Y el lobo, se fue corriendo entre los matorrales.
Pasaron unos días, y empezaron a gritar los animalitos :
¡Lucía, ábrenos la puerta! Se acerca el oso gigante de la nieve.
Era mucho más peligroso, que el lobo.
¡
Pasen ,pasen rápido! Cierren puertas y ventanas, aquí no podrá entrar. La casa es de piedra, y resiste hasta el temporal más fuerte.
Se escuchaban, ya pasos muy fuertes, que los árboles y sus ramas se retorcían. Las flores, cerraron sus pétalos, y los pájaros, volaron a sus nidos.
Y de repente tocaron la puerta insistentemente.
¿ Quien es? Contestó, Lucía.
Soy el lobo.
¿ Que quieres?
Ábreme la puerta. No ves que estoy en peligro. Perdóname, tenías razón, me equivoqué, fui un lobo malo.
Reconozco mis graves faltas, que todos nos necesitamos, que nadie es más superior que el otro, con nuestros errores y torpezas, podemos ser mejores. Es quererlo hacer, y eso es suficiente. Porque amando, no hay obstáculo, que se resista. ¡Pídanme, lo que quieran y se los concederé!
Y todos, respondieron al mismo tiempo :
¡ Queremos ser tus amigos y hermanos!
¡Y el lobo, se puso a llorar!
Lucía, abrió la puerta, y entró el lobo con la cabeza cabisbaja, avergonzado con pasos cortos, al recinto.
¡Ahora, sin temor, los animalitos, lo empezaron a aplaudir!
Lucía, cerró inmediatamente la puerta. Al oso le faltaban ya, pocos pasos, para llegar, pero de repente, se sintió un fuerte temblor, que hizo remover la tierra, y el oso perdió el equilibrio, y cayó al abismo.
Lucía, preparó una torta y un delicioso chocolate. Les puso música, todos felices se pusieron a bailar.
¡Lo que nunca pudieron imaginar, que el lobo sabía cantar!
