Posted by : Aida Pelosi Bergna jueves, 28 de mayo de 2015

Pasaron los años y llegamos al mismo lugar que dejamos. Tristezas, alegrías
y alguna nostalgia, que quedó en el alma.

Tuve unos hijos maravillosos, un esposo ejemplar, me demostró tanto cariño
y bienestar, pero enviudé joven y me entregué de lleno ayudando a los más
necesitados, niños abandonados.

Les doné un colegio infantil, le puse el nombre : The King, pintado de
azul. Estuve siempre en contacto con la Emperatriz, pero pena falleció.
Ella les donó la capillita y los juegos infantiles.

La casa es grande, aposentos para cuando vienen mis hijos de afuera. En las
noches escucho la radio, la música me acompaña. Así no siento la soledad.

En el jardín tengo mi huerto, lleno de frutales y las flores más bellas que
pudieras imaginar, semillas diversas. Me siento en mi salita de estar y las
observo viéndolas crecer. Sus colores iluminan mi vida de dicha y paz.
Pondré la TV para ver las noticias, que como siempre tan trágicas y de
política.

¡Pero qué estoy viendo! Ese barco lo conozco. ¡Si, si es verdad! El
gigante, el invencible "The King."

El trasatlántico completamente renovado, vuelve a las aguas del mar. El 15
de Mayo zarpará nuevamente en el crucero a Grecia y sus bellas islas.
Recuerdos vienen a mi memoria, tan maravillosos y a la vez se me
desordenan; la piscina, junto al bar, la cancha de tenis, el baile, etc,
etc.

¡Pero qué se me está ocurriendo ! Volver otra vez, si fue el viaje más
maravilloso de mi vida. Pero ahora estoy sola, pero pienso, claro no
es mala idea llevar a mi nana Gina; porque sola no voy

¡ Gina, Gina!

Sí señorita.

¡Te daré una noticia! Nos vamos en barco viejita mía.

Pero señorita, tengo miedo, no conozco el mar.

Ya lo conocerás, le avisaré a mis hijos ahorita mismo. No quiero perder el
tiempo y lugar en los boletos.

¡Mamá por supuesto que viajes! Te hará muy bien, lo necesitas, estaremos en
contacto.

¡Dios mío! A buscar los pasaportes, lo mismo para Gina. El vestuario las
ropas de baño.¿En qué lugar las guardé? Ya me acordé,en el closet de los
chicos. Felizmente ahí estaban : La azul, la floreada y la negra. ¿ Cómo me
quedarían? Pero felizmente siempre mantenía mi peso.

Señorita, me voy a ahogar, no sé nadar.

No te pasará nada. Sonó una carcajada.

Estas en altamar, el barco flota. Si quieres todo el viaje, te pones el
salvavidas. Vamos ahora de compras. Te faltan unos trajes, tu sombrero, tus
lentes de sol. A tus amigos, les mandarás fotos y sé sorprenderán, que no
hay edad para saber disfrutar.

No te olvides tus pastillitas de la presión. Verás la película que quieras.

¡ Ay señorita que buena es usted!

¡ Ay viejita,a ti te tengo que agradecer tu compañía, lo bien que cuidaste
a mis hijos.

Llegó la fecha esperada, el inmenso barco, el mismo imponente.

Un bullicio tremendo, la gente poniéndose a la cola.

Gina nerviosísima no me suelta la mano, impresionada del barco tan grande.
Arriba en la escalinata, el capitán, pero si es el mismo con el que viajé
anteriormente. Se escucha, orden, orden, ya listos para zarpar. Las bocinas
del barco insistiendo.

¡Señora Adriana!

Pero si me reconoció. Es un honor verla nuevamente, que lo disfrute usted y
su compañía. Cuente conmigo en todo lo necesario. Muchas gracias, sé que lo
pasaré muy bien. Miré alrededor, pocos cambios; una araña inmensa veneciana
de murano, una obra de arte y unos muebles de sala de pan de oro,
haciéndole juego, dándole un toque medieval.

Ahora sí a buscar el camarote. Gina asustada, por el poco espacio.

No te preocupes, sólo estarás aquí para dormir, acomoda rápido la ropa en
los cajones, arriba es tan grande como una ciudad, demoras días para
conocerla en su totalidad. Iremos a almorzar para que conozcas el mar, lo
inmenso que es, sobre todo su color azul intenso, al atardecer es hermoso,
verás como el cielo, se va cubriendo de colores, naranja, rojizo, amarillo,
celeste. A veces intenso es el sol, que se va alejando ,cada vez hacia el
infinito y solo queda el mar con su eterno color azul.

Esto lo verás todos los días, casi a la misma hora y tus ojos no lo podrán
olvidar.

¡Señorita! ¿Es frío, caliente?.

Ahora no . Cuando bajemos en unas isla, nos llevarán en botes, y hasta te
podrás bañar. Verás peces grandes y pequeños; y en la orilla infinidad de
conchas, unas de abanico y corales.

Las olas del mar llegan hacia la orilla, cubriendo las arenas y luego
retornan en un vaivén constante de nunca acabar.

Tengo tantas cosas por contarte. Lo feliz que fui, en cada lugar. Te lo
contaré más adelante.

Conocí aquí a mi esposo y nos enamoramos, donde luego nos casamos al final
del viaje.

Ahora vamos a la piscina, hace un calor terrible. Me daré un baño, mientras
me cambio en el camerino. Toca el botón de tu derecha del mango de la silla
y le dices al mozo que me traiga un pisco sour y a ti una coca cola, unas
galletitas de caviar, las preparan deliciosas.

Quédate sentadita sin moverte mira cómo se bañan. Me puse mi ropa de baño
floreada. Pero primero tomaré un poco de sol.

¿Señorita , le puedo decir algo?

Dime.

Cuando se fue y regresaba caminando, unos señores la miraban y decían lo
linda que es.

Ja, ja, ja. No me hagas reir. Ni que fuera una jovencita.

Pero si es verdad.

Pensemos ahora, dónde iremos a almorzar. Vamos a mi saloncito preferido
Monett. ¿Estará igual, lo habrán remodelado? Estaba en la puerta el nombre
tallado : Monett.

Entré con pasos cortos, para recordar desde el principio hasta el fin. Si
estaba de vuelta, igual, salvo unos cuadros más. Habían contratado al chef
de París Franz Countret para ésta travesía.

La comida súper exquisita y los postres difícil de imitar. Nos acompañaron
con música súper alegre.

Ya estamos ahora para ver algunas tiendas y luego nos vamos a altamar, a
ver las estrellas y de suerte la luna. Fue sola una noche estrellada, había
cientos. Lo bello es ver en la oscuridad, cómo se iluminaba el barco,
parecía una fantasía.

Gina estaba feliz, igual me sentía al verla, cómo lo disfrutaba, aunque
extrañaba su comida, era natural.

Gina : Te voy a sacar una bonita película en la tv, te dejaré unas horas,
si quieres te duermes. El salón igual, el piano blanco de cola, pero ahora
no era el mismo pianista, mi corazón me latía con más fuerza. Parecía que
el tiempo no hubiese pasado y se hubiera detenido, porque los recuerdos
siempre quedan y si son bellos, más todavía.

¡Adriana!

¡Esa voz! ¡No, no puede ser!. ¡Pero si es la misma!

¿Qué me pasaba?. ¡Ahora alucinaba! Voltee la cabeza con cierto temor e
incertidumbre, pero no lo podía creer. Tenía al frente al mismo joven de
ojos negros y mirada penetrante, pero esta vez su cabello negro tenía hilos
de plata. Sólo pronuncié con voz muy baja : "George".

Nos miramos como la primera vez, me tomó de la mano y me dio un beso.

Sigues igual de bella.

¡Ven!

Me tomó del brazo y nos sentamos en la misma mesa al conocernos.

Te contaré recibí la invitación del capitán del barco, y pensé en ti. Te
busqué en miles de teléfonos. Hasta que una vecina me dijo donde te
encontrabas. Me enteré de lo de tu esposo, lo sentí, era un caballero.

Yo también enviudé, mi esposa se fue a Suiza a esquiar, vino una avalancha
y no se supo nada más.

No tuve hijos. Mi país bello como siempre. Sus jardines inmensos con
árboles de 20 metros, mundialmente conocido por el turismo, sus hojas son
enormes dándole sombra a las violetas y rosas.

Sabes, tengo en mi escritorio un cuadro pintado : " The King", de alguien
que amé en silencio.

¡Oh George! Yo también pero estaba comprometida.

Siempre escuchaba nuestro vals. Esa noche maravillosa quedó grabada en mi
corazón. Adriana con la mirada de frente.

No pude y las lágrimas deslizándose por las mejillas.

Por cada lágrima te daré un beso.

Entonces, no dejaré de llorar.

¡Si el amor regresa, bendito seas amor!

Llegué al camarote tan feliz. Gina ya estaba dormida, luego le contaría mi
historia.

Al día siguiente, tocaron la puerta, un ramo de rosas con una cajita, un
anillo al centro , un rubí.

Tan emocionada, me lo coloqué en el dedo. Se veía tan bello, entre el ramo
una tarjeta : "Te amo, George".

*En el salón 10 pm Stella.-*

George, ya me esperaba, tan guapo, de frac en la mesa. Estaba el capitán el
causante de este feliz encuentro como un milagro de amor.

Mi querida Adriana. ¿Me permites bailar nuestro vals?

Sí, por supuesto mi querido George. Pero antes agradecerte el hermoso
anillo. ¡Gracias!

De nada, es el color del amor que te profeso, rojo como el vino y las rosas.

Esta vez me llevó a la pista de baile, poniéndome su rostro junto al mío.
Era nuestra pieza : El vals de los patinadores.

¿Adriana?

Sí, le contesté con la mirada de frente.

Ahora en cubierta nuestro lugar preferido, viendo la luna y las estrellas,
pareciera que todo lo que estábamos viviendo fuera una bella fantasía. Un
sueño o un milagro de amor.

Mira, ahí está un lucero, algo bueno está por venir.

Y así fue, porque al rato, el capitán anunciaba la llegada de un barco a la
vista, que nos viene a visitar. Tiene una bandera¡ Pero si es italiana! Con
una iluminación espléndida como los carnavales de Venecia.

Están invitados los pasajeros que quieran subir a su barco a festejar la
fiesta del baile de la tarantela, popular de la ciudad.

¿ Quieres ir?

¡Por supuesto cómo nos lo vamos a perder!

Pondremos un puente para trasladarlos. ¡Mucho cuidado!

¡ Adriana! No mires abajo, te puedes marear y caer en el mar.

No importa porque tú me vas a rescatar.

Mira, lo que dices.

Es una broma, ja, ja ,ja.

Me llamaron al centro de la pista de baile, estaban los bailarines con sus
ropas tradicionales.

Cómo me lo iba a perder si la música es vida y es un baile tan pintoresco,
que se baila en diferentes ciudades de Italia.

La música seguía tocando. George me miraba embelesado.

¡Pareces una muñequita de la cajita de música, que da vueltas y vueltas y
no deja de danzar!


¡George ¡¡Ven ahora tú a bailar y mírame con tus ojasos negros, que me
cautivaron cuando te vi la primera vez! ¡Y nos trasladaremos a ése lugar de
ensueños, que soñamos una y otra vez!

Nos invitaron el famosísimo licor limoncello. Licor napolitano, a base de
limón con bastante hielo, ¡Delicioso!

Estuve súper alegre y divertida. George me miraba asombrado.

Tienes una vitalidad y una chispa que contagias.

Me has hecho reír de todas tus ocurrencias.

La verdad, que ni me acuerdo. El culpable fue el limoncello.

Nos regalaron una botella de limoncello, con la banderita italiana. Un
lindo gesto. ¡Que tal noche! No sé cómo no me caí del tabladillo del barco.
Me sentía protegida, sabía que George me hubiera rescatado. Ja, ja, ja.

Volver a amar, nunca lo pensé. Enamorarme como la primera vez. Sentir sus
besos y caricias me hacía renacer. Me importa hoy. Mañana será otro hoy. Y
cada día viviré el hoy.

¡Adriana te quiero tanto y sentir que serás mía para toda la vida!

¡Claro que sí! Yo también te amo.

Estuve esperándote siempre, con la ilusión de verte algún día.

Mañana en la madrugada debo partir a palacio, tengo unas obligaciones que
cumplir.

El helicóptero estaba calentando los motores, mirándonos así abrazados sin
querernos despedir.

Hasta que una ráfaga de viento nos separó.

¡Volveré!

Claro que sí, yo te estaré esperando.

George recibió una llamada de una clínica de Suiza. Una madrecita
comunicándole, que su esposa estaba viva. No podía creerlo. Era increíble,
imposible , si ella había fallecido. ¿Habría una equivocación?

Salió inmediatamente el vuelo hacia esa clínica. El doctor ya lo esperaba.
Señor Duque : Su señora recobró el conocimiento. La encontraron unos
alpinistas, está mucho mejor. Pero necesita mucha atención y cariño.

No se preocupe, cumpliré todo lo que usted me diga .Muchas gracias por sus
servicios.

Está sentada en su cuarto. Le gusta mucho la lectura.

Si lo sé.

Volteó y lo miró un poco extraña.

¿Eres tú Luiggi?

Si el mismo.

Pero el color de tus cabellos, está casi blanco.

¿Y tú como me ves?

Me callé un momento.

Ya no era la misma.

Se veía todo lo que había sufrido. Y las huellas no se pueden disimular.

Te veo bien. La abracé y le di un beso en la frente.

Ella se puso a llorar.

La estuve consolando.

Pasaron días y meses, por más atención y cariño , nada le interesaba.

Se iba consumiendo en la triste soledad.

Hasta que un día….

Luiggi :Te quiero confesar algo. Extraño a las madres y a los niños del
nido. Siento que me hacen falta. Quisiera regresar. Te veo muy triste. Y sé
por qué estás así. No olvido cuando nos casamos, y bailaste el vals con una
bella muchacha, cuando la mirabas a ella, tus ojos te brillaban. No me
acuerdo si era Adriana, pero a mí nunca me miraste así. La amaste en
silencio, a mí nunca me faltaste. Tu cariño hacia mí fue distinto. Amigable
y puro, pero hace falta más algo, y es amor.

Yo en cambio, siempre te amé. No pude darte hijos, pero fui feliz a tu
lado. Te agradezco todo lo que has hecho por mí y sacrificado tu felicidad.
¡No la pierdas búscala! ¡Y sé feliz! Seguro ella no te habrá olvidado.

¡Gracias, gracias, cuídate mucho! Sabes, que siempre te tendré presente en
todo lo que necesites.

¡Sé feliz en tu nuevo hogar!


¡Señor Duque!

Sí , Antonio

En el jardín ha florecido, una flor roja muy bella.

Yo no la planté.

Si ya lo sé.

La traje de un país lejano.

¿Y cómo se llama?

Adriana.

Tomé el avión de inmediato, no sé qué día ni hora. Solo me importaba
llegar, y tenerla en mis brazos. Desesperado empecé a tocar la puerta.

Ya voy, ya voy , era la voz de Gina.

¿ Qué pasa?

Soy yo.

¡Señor Duque!

Sí , si está en la piscina.

Al acercarme la vi saliendo, del borde de la hamaca. Su bella figura era
para contemplarla.

Muy despacio, casi un susurro. ¡Adriana!

Ella inmediatamente volteó la cabeza.

¡George!

Los dos abrazados.

Te estoy mojando.

No importa.

¿Qué haces aquí ,tu esposa?

¡Espera! Me pondré una bata.

George me contó todo, no dejaba de tenerme en sus brazos.

Te he extrañado demasiado. Me hacías tanta falta.

A mí también, te amo.

Tendré que acostumbrarme en palacio a decirte Luiggi.¡ Para mí siempre
serás mi amado, mi presente y eterno amor George!

Adriana, te amo tanto. Como jamás amé a nadie.

Me has hecho tanta falta.

Soy inmensamente feliz.

Un amor así. Imposible olvidar.

Si puedo llegar al cielo, un pedacito te traería, y si llegara a las
estrellas, te traería una de ellas, para iluminar tus días, y sólo aquí en
mi corazón, con amor te entregaría.

¡La vida no existiría, si no existiera el amor!.

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